En geometría, un toro es una superficie de revolución generada por una circunferencia que gira alrededor de una recta exterior coplanaria (en su plano y que no la corta).
Si bien esta definición es geométrica, las propiedades topológicas del toro son de gran importancia. (En especial, la de tener un asa, o agujero, que determina que en él existan lazos no reducibles. Un importante teorema de la topología combinatoria asegura que toda superficie cerrada y orientable es un toro con n agujeros. El caso n = 0 corresponde, obviamente, a la esfera, si se la piensa como un toro sin agujeros; y el caso n = 1 es el toro usual.)
La palabra “toro” proviene del latín torus, que en castellano significa una moldura redondeada, con forma de hogaza de pan. En realidad, muchos objetos de la vida cotidiana tienen forma de toro: una rosquilla, la cámara de un neumático, ciertos salvavidas, etc.
El toro es una de las figuras que Lacan analiza en su topología. En su forma más simple, es una suerte de anillo, un objeto tridimensional que se obtiene tomando un cilindro y uniendo sus dos extremos.
La primera referencia de Lacan al toro es de 1953; pero solamente comienza a figurar con mayor importancia en su obra, a partir de su abordaje más profundo de la topología, en la década de 1970.
La topología del toro le sirve para ilustrar ciertos rasgos de la estructura del sujeto. Por ejemplo: una característica importante del toro es que su centro de gravedad está fuera de su volumen; de la misma manera, el “centro” del sujeto está fuera de él: el sujeto está descentrado, es excéntrico.
Otra propiedad del toro es que “su exterioridad periférica y su exterioridad central constituyen una región única”. Esto ilustra, por su parte, la manera en que el psicoanálisis problematiza la distinción entre el “adentro” y el “afuera” (concepto de extimidad).
El toro representa el encadenamiento del deseo con el deseo del Otro: el significante de la demanda se repite describiendo un corte sobre el toro, que gira a la vez alrededor del agujero circular y del agujero central. Esto significa que la demanda parece girar alrededor de un objeto, pero le yerra al verdadero objeto del deseo, que se sitúa en otra parte, en el agujero central. Hay que representarse entonces el toro del gran Otro, encadenado con el primero, de tal modo que demanda y deseo se sitúen allí de manera invertida. El deseo del sujeto neurótico, representado en estos toros, tiene como objeto la demanda del Otro; inversamente, lo que el sujeto demanda es el objeto del Otro.
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