La obra de Lacan puede y debe entenderse en el contexto de una lucha por la herencia teórica de Sigmund Freud, el fundador del psicoanálisis.
Lacan se formó en la International Psycho-Analytical Association (IPA), la organización creada por Freud, pero fue expulsado en 1953 a raíz de sus críticas radicales a las interpretaciones “oficiales” del freudismo que esta institución detentaba.
En esa polémica, afirmó que las ideas del padre fundador de habían sido traicionadas por las tres principales escuelas de la IPA: la psicología del yo, el psicoanálisis kleiniano y la teoría de las relaciones objetales.
Para contrarrestar esta “apropiación” de Freud por parte de la escuela británica (y especialmente, al inicio, por su yerno, Ernest Jones), Lacan se propuso hacer un “retorno a Freud”: volver a los textos originales del maestro y, con eso, a una suerte de esencia traicionada o desviada.
La lectura de Freud en el original alemán le permitió descubrir elementos que habían sido oscurecidos, deformados o ignorados por los traductores y los comentadores. Gran parte de la obra de Lacan consiste en análisis detallados de textos de Freud, más una permanente refutación de los “posfreudianos” (aunque también es cierto que rescata ideas de varios de ellos, como Winnicott, Klein, etc.).
Sin embargo, no hay que pensar que esta tarea lacaniana implica el retorno a una ortodoxia indiscutible. La manera en que Lacan relee a Freud y su estilo de exposición son tan originales como controvertidos. Y, aunque es cierto que vuelve a los textos del propio Freud, también lo es que escoge aspectos específicos de ese legado, prefiriendo algunos conceptos a otros.
Otra forma de entender esta “operación” lacaniana es prestar atención a las influencias que sobre ellas ejercieron teóricos de otras disciplinas, como la filosofía (Hegel, Heidegger), la lingüística (Saussure, Jakobson, Benveniste), la antropología (Levy-Strauss), la semiótica (Peirce). Se puede decir, por ejemplo, que Lacan leyó a Freud a través de Saussure (de la lingüística estructural). De ahí la importancia que Lacan da al lenguaje y, por ende, a lo simbólico.
Por supuesto, su enfrentamiento con la IPA era también una maniobra política, en el sentido de lucha por el poder y por la propiedad; en este caso, la del legado freudiano.
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