En un proceso psíquico que implica una trayectoria o un desarrollo, se designa como “regresión” un retorno en sentido inverso, desde un punto ya alcanzado hasta otro situado anteriormente. Es un regreso a formas anteriores de comportamiento, de desarrollo, de relaciones objetales.
La regresión es la única defensa en la que el yo adopta un papel pasivo; parece ser puesta en marcha por los instintos que, al no hallar una satisfacción directa, buscan una vía sustituta. Para que haya regresión, entonces, debe haber un yo débil que, frente a la frustración, se deje llevar a puntos de fijación anteriores.
Hay una relación complementaria entre fijación y regresión: cuanto más fuerte es la fijación, más fácil es la regresión a ese punto.
Freud distingue tres tipos de regresión:
a. Tópica: los pensamientos que no tienen acceso a la motilidad regresan al sistema de la percepción (por ejemplo, en el sueño y en la alucinación).
b. Temporal: regreso a fases libidinales anteriores, o más infantiles, de la sexualidad, a causa de una frustración sexual adulta (es el prerrequisito de la neurosis).
c. Formal: regreso a formas de comportamientos más indiferenciados e inestructurados; del proceso secundario al proceso primario.
En La interpretación de los sueños, Freud introduce el concepto de regresión para explicar un carácter fundamental del sueño: en este, los pensamientos se presentan principalmente en forma de imágenes sensoriales que se imponen al sujeto en forma casi alucinatoria. La explicación de esto exige una concepción tópica del aparato psíquico como formado por una sucesión orientada de sistemas.
Su acepción temporal, que se halla implícita desde un principio, adquirirá cada vez más importancia con las aportaciones de Freud sobre el desarrollo psicosexual del individuo.
El concepto de regresión formal, en cambio, fue menos utilizado por Freud. El orden que aquí se presupone no es el de una sucesión de etapas efectivamente recorridas por el individuo, sino el de una jerarquía de las funciones o las estructuras.
Por su parte, según Melanie Klein, la regresión “es la reactualización de vínculos objetales correspondientes a momentos evolutivos ya superados en el desarrollo individual. El yo claudica frente a situaciones actuales que no puede resolver y apela a modalidades de relación evolutivamente más primitivas, que en su momento fueron eficaces para mantener el equilibrio”.
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