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Ideal del yo, yo ideal y superyó

Publicado por Jorge Grippo
el 21-09-2012.

Sigmund Freud empleó tres palabras-conceptos que resultan bastante difíciles de distinguir y, a veces, se usan (un poco livianamente) de manera intercambiable: “ideal del yo” (Ich-Ideal), “yo ideal” (Ideal Ich) y “superyó” (Über-Ich).

Sin embargo, Jacques Lacan sostuvo y fundamentó que esas tres “formaciones del yo” son conceptos totalmente diferentes y que, por lo tanto, nunca deberían confundirse entre sí o (menos) usarse como sinónimos.

En sus primeros escritos, Lacan se enfoca más que nada en diferenciar correctamente entre ideal del yo y superyó (sin referirse al yo ideal). Es cierto que tanto el ideal del yo como el superyó están relacionados con la superación del complejo de Edipo, y son productos de la identificación con el padre, pero también representan aspectos diferentes del rol paterno dual.

El superyó es una instancia inconsciente; su función es reprimir el deseo sexual que suscita la madre. El ideal del yo, por su parte, ejerce una presión consciente en favor de la sublimación, y da las coordenadas que le permitirán al sujeto asumir una posición sexual en tanto hombre o mujer.

En escritos posteriores (ya de posguerra), Lacan se dedica más a diferenciar el ideal del yo y el yo ideal (en francés, moi ideal). En el seminario de 1953-1954, desarrolla el modelo óptico para distinguir entra ambas formaciones. El ideal del yo sería una introyección simbólica, mientras que el yo ideal es fuente de una proyección imaginaria.

El ideal del yo será el significante que opera como ideal, un programa (internalizado) de la Ley, la guía que domina la posición del sujeto en el orden simbólico; por lo tanto, anticipa la identificación secundaria (edípica) o bien es un producto de esa misma identificación.

El yo ideal, por su parte, está originado en la imagen especular del estadio del espejo; es como una promesa de síntesis futura, hacia la cual el yo tiende: esa ilusión de unidad que está en la base del yo. El yo ideal siempre acompañará al yo, como un interminable intento de recuperar la omnipotencia de la relación dual preedípica.

Y, aunque esté producido en la identificación primaria, el yo ideal seguirá desempeñando un papel como fuente de todas las identificaciones secundarias posteriores.

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