La hipocondría existe desde la Antigüedad, y no ha cesado de producir definiciones y teorías. Fue Galeno quien creó, en el siglo II, la noción de “enfermedad hipocondríaca”, privilegiando en sus descripciones los síntomas mentales. En el siglo XVII, Moliére dio a luz a su “enfermo imaginario”, un prototipo que sigue siendo una de las mejores descripciones de la hipocondría.
Una definición clásica es la de Dubois d’Amiens (1833): “Monomanía muy clara, que se distingue por una preocupación dominante especial y exclusiva, o por un temor excesivo y continuo a enfermedades extravagantes e imaginarias, o por la íntima convicción de que las enfermedades, reales en verdad, pero siempre imprecisas, sólo pueden terminar de una manera funesta”.
Ahora bien, ¿la hipocondría es una categoría nosográfica, como la histeria, la neurosis obsesiva, etc.?, ¿una enfermedad que puede delimitarse o un síndrome, un agrupamiento de síntomas? ¿O sólo un modo de ser, un estilo existencial, una tendencia de la personalidad?
Un problema fundamental parece consistir en definir el estilo hipocondríaco: como se habla de “queja melancólica”, habría que precisar la “queja hipocondríaca”. Siempre se trata de la expresión de un padecimiento, que es una forma particular de goce.
Freud, ya en 1896, distinguió entre la autoacusación característica de la neurosis obsesiva y la angustia hipocondríaca; pero nunca le dedicó un texto especial. En 1911, subrayó el parentesco entre hipocondría y paranoia. En 1914, diferenció tres grandes tipos de neurosis actuales: la neurastenia, la neurosis de angustia y la hipocondría.
La hipocondría se infiltra en cuadros mórbidos muy diferentes: en la mayoría de las depresiones, en los síndromes predemenciales, en las alternancias o combinaciones de paranoia e hipocondría, etc. Por otro lado, que las quejas hipocondríacas sean manifestaciones patológicas de la libido del yo podría explicar la nota megalómana del hipocondríaco, que fomenta reivindicaciones. Se trata de una posición regresiva, de agresión dirigida contra los otros: lo que quiere el hipocondríaco es demostrar que tiene razón contra el facultativo. El hipocondríaco está condenado al fracaso, pero para él ese fracaso es siempre el fracaso del saber.
Deja un comentario
Lo siento, tenés que estar conectado para publicar un comentario.