Uno de los temas principales en la obra teórica de Jacques Lacan tuvo que ver con la búsqueda de una causa específica para la psicosis. Durante su exploración de esta cuestión, tan problemática dentro del psicoanálisis clásico, surgieron diversos temas asociados y recurrentes.
Ya en 1938, Lacan relacionó el origen de la psicosis con una exclusión del padre en la estructura familiar (y, por ende, con la reducción forzada de esta estructura a las relaciones madre-hijo). Luego, cuando diferenció entre el padre real, el imaginario y el simbólico, especificó que lo que se relaciona con la psicosis es la ausencia del padre simbólico.
Freud había utilizado el término Verwerfung (que en inglés se tradujo como “repudiation”) de varias maneras; Lacan prefirió usarlo para mencionar un mecanismo de defensa específico, distinto de la represión (Verdrängung), en el que, según Freud, “el yo rechaza la idea incompatible junto con su afecto y se comporta como si la idea nunca se le hubiera hecho presente al yo”.
En 1954, Lacan identifica la Verwerfung como el mecanismo específico de la psicosis: en él, un elemento es rechazado fuera del orden simbólico, como si nunca hubiera existido. Propone entonces varios modos de traducir el término al francés: reject (rechazo), refus (repulsa), retranchement (supresión). En 1956 llega a la palabra forclusion, que continuará usando de ahí en adelante.
Pero ¿qué es lo “repudiado”? ¿La castración, la palabra misma o “el plano genital”? En 1957, Lacan va a proponer que el objeto de la forclusión es el nombre- del-Padre, un significante fundamental. Así, puede combinar en una sola fórmula dos temas sobre la causalidad de la psicosis: la ausencia del padre y el concepto de Verwerfung.
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Cuando el nombre-del-Padre está forcluido para un sujeto, deja un “agujero”, imposible de llenar, en el orden simbólico; ese sujeto tiene una estructura psicótica, aunque no presente aún ningún signo de psicosis. Tarde o temprano, cuando el nombre-del-Padre forcluido reaparezca en lo real, el sujeto no podrá asimilarlo; el resultado de esta “colisión con el significante inasimilable” será la psicosis propiamente dicha, caracterizada por alucinaciones, delirios, etc.
La forclusion se diferencia de la represión porque el elemento forcluido no está enterrado en el inconsciente sino expulsado de él; la represión, en realidad, es la operación que constituye la neurosis.
Por otra parte, se diferencia de la negación porque esta supone negar elementos cuya existencia ha sido previamente registrada (con la forclusión, es como si el elemento forcluido nunca hubiera existido).
La proyección también es puramente neurótica; en ella, el proceso se dirige de adentro hacia afuera (mientras que el elemento forcluido retorna desde afuera): “Todo lo rechazado en el orden simbólico reaparece en lo real”.
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