Una vez que se toma la decisión de llevar a la práctica el sueño compartido o colecho con el o la bebé, surgirá la pregunta sobre cómo hacerlo.
La modalidad de colecho “por excelencia” es la de hacer que el bebé esté en la cama de los padres, algo que es muy común se realice sin planearlo previamente. Pero, al elegir el sueño compartido (y, en consecuencia, prepararse y preparar el espacio con anterioridad), se evitará convertirlo en “último recurso”, y que por ello hasta genere rechazo.
Así es; es común que, luego de que la madre y el padre se han turnado para ir a atender los reclamos del o la bebé, trasladándose cada vez en medio de una noche, finalmente, ya agotados, puede que lleguen al colecho “por desesperación”. Esta opción no es la que se propone con esta modalidad, que precisa ser planificada.
Si se va a compartir la cama con el bebé, es preciso cumplir con ciertas condiciones y disponer de un mínimo espacio. Esto implica una cama de baja altura y al menos 1,80 metros de ancho, para que los padres y el bebé estén cómodos. Se sabe que el bebé tiende a cambiar de posición. Los especialistas advierten que a dormir “de a tres” también se aprende.
Otra opción es usar una cama para el o la bebé tipo “side-car”, es decir, colocada al lado de la matrimonial. Esta modalidad facilita la transición entre la cama propia o cuna y la de los padres. Cada uno mantiene su propio espacio, pero el pasaje al del otro se simplifica, lo que provee una gran flexibilidad durante el trascurso de la noche, para atender las demandas de atención, alimento y cariño del bebé .
Entonces se hace posible que el o la bebé obtenga la seguridad y el afecto de sus padres, y la satisfacción de sus “urgentes” necesidades (algo de fundamental importancia en esta primera etapa de su vida), facilitados por el colecho.
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