Enunciado sorprendente que, la mayoría de las veces, usa ciertos recursos propios del lenguaje. Freud desmontó su técnica para dar cuenta de la satisfacción particular que suscita y, en especial, de su rol en la vida psíquica. Desde que comenzó el trabajo clínico, en sus primeras curas de histéricas, Freud se enfrentó a la cuestión del chiste. Si una representación inconsciente es reprimida, puede retornar en una forma irreconocible, para lograr escapar de la censura. El “doble sentido” de una palabra, la polisemia propia del lenguaje, puede ser la forma más apropiada de esas transformaciones.
¿Qué hace que una palabra o un enunciado (interjección, fórmula, réplica) puedan ser considerados un chiste? Freud se dedica a los mecanismos formales del chiste, sugiriendo que son los mismos del trabajo del sueño, es decir, del trabajo que produce el contenido manifiesto a partir del contenido latente. El más frecuente sería la condensación, como en el famoso ejemplo: “… yo estaba sentado al lado de Salomon Rothschild, y él me trataba de igual a igual, de modo totalmente famillonario”.
Pero los chistes también pueden apoyarse en el desplazamiento y en otros mecanismos.
¿De qué depende la satisfacción que se experimenta usualmente al hacer o al escuchar un chiste? El simple juego con las palabras (especialmente, con su sonoridad) parecería remitir a un placer importante de la infancia. Pero Freud insiste en que lo que se dice con ingenio es más fácilmente aceptado por la censura: el sujeto no tiene necesidad de mantener la represión a la que ordinariamente recurre; así, libera la energía utilizada para ello, y en este “ahorro” encuentra placer, definido como disminución de la tensión. “El que deja escapar así inopinadamente la verdad está en realidad feliz de tirar la máscara”.
Freud hace una reseña de las principales tendencias del ingenio: el obsceno, el agresivo, el cínico, el escéptico.
También destaca el estatuto del tercero, del Otro, en el chiste: una burla puede dirigirse a una persona dada, pero sólo vale como chiste cuando es enunciada para un tercero que, al reírse, va a confirmar que es aceptable. (Este tercero puede considerarse una de las fuentes a partir de las cuales Lacan constituye su concepto del Otro, esa instancia ante la cual buscamos hacer reconocer nuestra verdad.)
El chiste y su relación con lo inconsciente es una obra de Sigmund Freud publicada por primera vez en 1905 con el título en alemán de Der Witz un seine Beziehung zum Unbewussten. “Witz” fue traducido al francés como “mot d’esprit” y al inglés como “wit”, palabras que tienen más relación con el sentido original (broma ingeniosa generalmente basada en un juego de palabra) que la española “chiste” (mucho más amplia y difusa).
Después de La interpretación de los sueños y Psicopatología de la vida cotidiana, El chiste… es la tercera gran obra de Freud dedicada a elaborar una nueva teoría de lo inconsciente. Agrega a esta revolucionaria construcción teórica una nueva doctrina de la sexualidad, aportándole a la cuestión del chiste una iluminación esencial, ya que subraya el aspecto infantil o polimorfo de la sexualidad humana, que se reencuentra en los juegos de lenguaje.
Freud estudia primero la técnica del chiste, y a continuación se enfoca en el mecanismo de placer que pone en marcha. Finalmente describe el aspecto social del chiste, y su relación con el sueño y lo inconsciente. Cuando logra su objetivo, el chiste (que requiere la presencia de al menos tres personas: el autor, su destinatario y el espectador) ayuda a soportar los deseos reprimidos, dándole en principio un modo de expresión socialmente aceptable.
Mientras que el sueño expresa la realización de un deseo y la evitación de un displacer, el chiste es productor de placer. Si bien recurre también a los mecanismos de la condensación y el desplazamiento (entre otros), se caracteriza ante todo por el ejercicio de la función lúdica del lenguaje.
En 1958, Jacques Lacan fue el primer gran renovador del freudismo que se interesó por esta obra con otra perspectiva, y le dio al Witz un estatuto de concepto técnico. Con el objetivo de poner en evidencia la relación entre el inconsciente y el lenguaje, Lacan realizó una lectura estructural de la noción freudiana de condensación; la asimiló a una metáfora, haciendo del “trait d’esprit” (como él lo tradujo) un significante, es decir, la marca por la cual surge, en un discurso, un “rasgo” (trait) de verdad que se trata de ocultar. Según Lacan, Freud habría percibido la relación entre las leyes del funcionamiento del lenguaje y las del inconsciente, antes de los descubrimientos de la lingüística moderna.
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