¿Qué es la Catexis?
La catexis (o catexia) es un concepto clave dentro del psicoanálisis que hace referencia a la carga de energía psíquica que se encuentra unida a una representación, un grupo de representaciones, una parte del cuerpo, un objeto o una idea.
El término original en alemán, Besetzung, utilizado por Sigmund Freud, puede traducirse como “investidura” u “ocupación”, lo que implica una concentración de energía en determinados elementos de la vida psíquica.
Freud empleó este concepto para describir cómo ciertos recuerdos, pensamientos o emociones pueden estar investidos con una cantidad variable de energía psíquica. Pero, ¿cómo afecta esta dinámica a nuestro psiquismo y a nuestras experiencias cotidianas?
Catexis y Procesos Psíquicos
El estudio de la catexis surge del análisis clínico de los trastornos neuróticos, especialmente de la histeria. A partir de la observación de sus pacientes, Freud distinguió entre el contenido de una representación y la carga de afecto que esta posee. Por ejemplo, un acontecimiento relevante en la historia de un sujeto puede ser recordado sin emoción alguna, mientras que una experiencia trivial puede despertar un intenso displacer. Este fenómeno puede explicarse por procesos como el desplazamiento o la falsa conexión, en los cuales la energía psíquica es transferida de un contenido a otro.
Desde esta perspectiva, el trabajo terapéutico en psicoanálisis busca restablecer las conexiones entre las representaciones disociadas, permitiendo la descarga del afecto asociado al recuerdo original. ¿Cómo ocurre este proceso? A través de la catarsis o abreacción, en la que el paciente revive emocionalmente experiencias reprimidas, facilitando así la integración psíquica.
Catexis y el Funcionamiento del Aparato Psíquico
Con el tiempo, Freud amplió el concepto de catexis y lo incorporó a su modelo del aparato psíquico. En La interpretación de los sueños, mostró cómo la energía psíquica se distribuye entre los distintos sistemas mentales: el inconsciente, el preconsciente y el consciente. Posteriormente, en su teoría de las pulsiones, planteó que la catexis representa la energía pulsional que surge de fuentes internas y ejerce una presión constante sobre el psiquismo, obligándolo a transformarla y canalizarla de diferentes maneras.
Desde esta óptica, el ello (instancia primaria y pulsional de la personalidad) es el origen de todas las catexis, mientras que las otras estructuras psíquicas, como el yo y el superyó, absorben esta energía para regular y mediar su expresión.
Catexis y Conflictos Psíquicos
La cantidad de energía psíquica con la que un sujeto inviste sus objetos y experiencias es crucial en la comprensión de diversos fenómenos psicológicos. Por ejemplo, en el duelo, la sobrecatexis del objeto perdido explica el empobrecimiento de la vida emocional del individuo: su energía psíquica se encuentra atada a la representación del ser amado, dificultando su redistribución hacia nuevas relaciones o intereses.
Asimismo, ciertos conflictos internos pueden manifestarse a través de una catexis excesiva o insuficiente en distintos aspectos de la vida psíquica. En la depresión, por ejemplo, se observa una inversión energética reducida en el mundo externo, mientras que en los estados obsesivos, una parte desproporcionada de la energía puede estar fijada en pensamientos o rituales específicos.
¿Es la Catexis un Puente entre Psicoanálisis y Neurociencia?
Algunos psicoanalistas han sugerido que la noción de catexis podría vincular el psicoanálisis con la neurofisiología, dado que alude a una distribución de energía dentro de la mente que recuerda a los procesos neuronales. Sin embargo, Freud nunca llegó a establecer un vínculo directo entre su teoría de la catexis y los mecanismos biológicos del cerebro.
A pesar de ello, la catexis sigue siendo una herramienta fundamental en la práctica clínica, pues permite comprender la dinámica de la libido y los conflictos intrapsíquicos en la evolución del tratamiento psicoanalítico.
Reflexión Final
La catexis nos muestra que la energía psíquica no es estática, sino que fluye y se redistribuye constantemente en función de las experiencias, conflictos y deseos del sujeto. Desde el psicoanálisis clásico hasta las reflexiones contemporáneas, el concepto sigue ofreciendo una clave fundamental para comprender los procesos inconscientes que modelan nuestra vida psíquica.
Entonces, la pregunta sigue abierta: ¿somos realmente conscientes de cómo distribuimos nuestra energía psíquica y de qué manera esta influye en nuestra vida emocional y relacional?
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