Expresión creada por Sigmund Freud, en 1912, para designar la regla técnica según la cual el analista debe escuchar al paciente sin privilegiar ningún elemento de su discurso y dejando obrar su propia actividad inconsciente.
La atención flotante es la contrapartida de la asociación libre propuesta al paciente. Freud formula esta técnica explícitamente: “No debemos otorgar una importancia particular a nada de lo que oímos y conviene que le prestemos a todo la misma atención flotante”. Le indica al inconsciente del analista comportarse, respecto del inconsciente del paciente, “como el auricular telefónico respecto del micrófono” (lo que más tarde Theodor Reik llamaría “escuchar con el tercer oído”).
La atención flotante implica, de parte del profesional, la supresión momentánea de sus prejuicios conscientes y de sus defensas inconscientes. Debe haber una suspensión, tan completa como sea posible, de todo lo que habitualmente focaliza la atención: prejuicios, inclinaciones personales, incluso los mejor fundados supuestos teóricos.
A partir de Freud, esta regla le permitiría al analista descubrir las conexiones inconscientes en el discurso del paciente, conservando en su memoria gran cantidad de elementos aparentemente insignificantes, cuyas correlaciones se pondrán de manifiesto más tarde.
La atención flotante plantea serios problemas teóricos y prácticos. Por un lado, sería la única actitud “objetiva”, ya que se adapta a un objeto esencialmente deformado. Pero ¿cómo elimina verdaderamente el analista la influencia que ejercen sobre su atención sus prejuicios conscientes y sus defensas inconscientes? Para eso, Freud aconseja el análisis didáctico.
Pero Freud exige más que todo esto: el fin sería conseguir una verdadera comunicación de inconsciente a inconsciente.
En realidad, la regla de la atención flotante debe comprenderse como una regla ideal que, en la práctica, se topa con duras exigencias y dificultades a veces irresolubles. Por ejemplo: ¿cómo se daría el paso a la interpretación y a la construcción sin que, en un momento dado, el analista conceda una importancia privilegiada a un determinado material, lo compare, lo esquematice, etc.? De hecho, lo fundamental del diálogo psicoanalítico tiene lugar de yo a yo.
Algunos autores posteriores, siguiendo a Reik, tienden a identificar la atención flotante con una forma de empatía que tendría lugar esencialmente en un nivel infraverbal.
Para los lacanianos, la clave está en la analogía que existe entre los mecanismos del inconsciente y los del lenguaje: en la escucha psicoanalítica, se trata de hacer funcionar lo más libremente posible esta similitud estructural entre los fenómenos inconscientes.
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