La perversión, según la definición clásica de Freud, en principio, es toda forma de conducta sexual que se desvía de la norma (coito genital heterosexual). Pero el mismo Freud relativizó esta definición al proponer la perversión polimorfa de toda la sexualidad humana, caracterizada por la ausencia de un orden natural.
Lacan cancela esta contradicción al definir la perversión no como una forma de conducta, sino como una estructura clínica.
¿Qué es la perversión, entonces? No es solamente una aberración respecto de los criterios sociales vigentes, una anomalía contraria a “la moral y las buenas costumbres” (aunque esto no esté ausente en ella); tampoco es algo atípico según criterios naturales.
La necesaria distinción entre actos perversos y estructura perversa implica que hay ciertos actos sexuales asociados con estructuras perversas, pero es también posible que esos actos sean realizados por sujetos no perversos; o, a la inversa, que un sujeto perverso nunca realice tales actos en la realidad.
También hay aquí una toma de posición universalista: una estructura perversa lo sigue siendo aunque los actos asociados con ella sean aprobados socialmente. Esto llevó a Lacan a considerar que la homosexualidad es una perversión (basándose en que infringe los requerimientos normativos del complejo de Edipo).
Por supuesto, la neutralidad del analista le impide tomar partido respecto de esas normas; antes que defenderlas o atacarlas, trata de exponer su incidencia en la historia del sujeto.
La perversión se distingue de otras estructuras clínicas por la renegación. El perverso reniega la castración; percibe que la madre carece de falo, pero se niega a aceptar la realidad de esa percepción traumática. Esto es más evidente en el fetichismo (para Lacan, la “perversión de las perversiones”), donde el fetiche es un sustituto simbólico del falo faltante en la madre.
La perversión es también un modo que tiene el sujeto de situarse en relación con la pulsión: como objeto de esta, como el medio para el goce del otro. Esto implicaría invertir la estructura del fantasma.
El perverso asume la posición del objeto-instrumento de una voluntad-de-goce que no es suya sino del gran Otro. Encuentra goce precisamente en esta instrumentación, en trabajar para el goce del Otro.
A la famosa observación de Freud de que “las neurosis son el negativo de las perversiones”, Lacan la reformula en cuanto la perversión está estructurada de un modo inverso al de la neurosis (pero también está estructurada).
Mientras que la neurosis se caracteriza por una pregunta, la característica de la perversión es la falta de pregunta; por eso es muy raro que un sujeto perverso pida ser analizado.
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