El análisis de las perversiones ha sido una temática abordada desde diversas disciplinas a lo largo de la historia, pero es el psicoanálisis, liderado por Sigmund Freud, quien realizó aportes significativos que cambiaron la forma de entender este fenómeno. Aunque ha pasado más de un siglo desde su llegada, la noción de “perversión” sigue generando controversia y ambigüedad.
Freud propuso una conceptualización que se alejaba de las visiones patologizantes presentes en la medicina y la religión, quienes solían asociar la perversión con el pecado y la enfermedad. A través de su trabajo, Freud permitió un enfoque más integral, explorando las dimensiones psicológicas de la sexualidad y liberando las perversiones de la condena moral histórica.
Aportes de Sigmund Freud al Estudio de las Perversiones
El primer paso en la obra de Freud fue desmontar la idea de que las perversiones eran simplemente erróneas o enfermas. A partir de su teoría de las pulsiones, Freud consideró que la sexualidad humana se desarrollaba a través de diversas etapas, cada una con sus propias características y objetivos. Contrario a la noción médica que restringía la salud sexual a la reproducción, Freud introdujo la idea de que el placer también era un componente central de la sexualidad, invitando a reflexionar sobre la sexualidad infantil y reconociendo que esta era “perversa polimorfa”, es decir, capaz de manifestarse de múltiples formas.
Una Mirada Crítica Desde el Psicoanálisis y su Influencia en Otras Disciplinas.
La influencia de Freud no se limitó al ámbito del psicoanálisis; su trabajo también provocó debates y reflexiones en disciplinas como la psicología, la sociología y la ética. A pesar de que muchas de sus ideas fueron inicialmente rechazadas, han encontrado nuevos sentidos en las discusiones contemporáneas sobre la sexualidad. Por ejemplo, en su análisis del fetichismo, Freud sugirió que la fijación a ciertos objetos o partes del cuerpo podría representar una respuesta a la ausencia de un objeto deseado, como el falo materno, abriendo un campo de discusión sobre las disfunciones sexuales y su comprensión en función del desarrollo emocional.
Además, Freud sostuvo que la moralidad y el sentido de culpa son experiencias relacionadas profundamente con la sexualidad, ya que se derivan de la superación del complejo de Edipo. En consecuencia, su perspectiva plantea que la moral no es simplemente un conjunto de reglas sociales, sino que está intrínsecamente ligada a los conflictos psíquicos que todos enfrentamos. Esta visión implica que el psicoanálisis puede ofrecer herramientas valiosas para la comprensión de la ética contemporánea, más allá de la condena de acciones específicas, explorando los deseos y motivaciones subyacentes de los individuos.
En conclusión, el legado de Freud al estudio de las perversiones reside en su capacidad para transformar la visión de la sexualidad humana, alejándola de la patología y la moral religiosa, y presentándola como un espectro complejo de deseos y pulsiones que se entrelazan en nuestras vidas. A través de sus análisis, Freud no solo expuso un nuevo camino hacia la comprensión de las perversiones, sino que abrió un diálogo que aún perdura en la actualidad en la intersección entre el psicoanálisis, la ética y la cultura.
Contribuciones Psicoanalíticas a la comprensión de las Perversiones
- Freud desmantela la visión de que las perversiones son enfermedades, proponiendo una comprensión más amplia de la sexualidad.
- El psicoanálisis introduce el placer como un componente esencial y no solo la reproducción en la sexualidad humana.
- A pesar de la oposición inicial, las ideas de Freud han influenciado profundamente a otras disciplinas como la psicología y la ética.
- La moralidad se vincula a los conflictos psíquicos a partir de la superación del complejo de Edipo, revelando la complejidad del deseo humano.
- Freud propició un cambio de enfoque hacia la sexualidad humana, aceptando como válida una diversidad más amplia en las experiencias de vida.
La perversión, según la definición clásica de Freud, en principio, es toda forma de conducta sexual que se desvía de la norma (coito genital heterosexual). Pero el mismo Freud relativizó esta definición al proponer la perversión polimorfa de toda la sexualidad humana, caracterizada por la ausencia de un orden natural.
Lacan
Lacan cancela esta contradicción al definir la perversión no como una forma de conducta, sino como una estructura clínica.
¿Qué es la perversión, entonces? No es solamente una aberración respecto de los criterios sociales vigentes, una anomalía contraria a “la moral y las buenas costumbres” (aunque esto no esté ausente en ella); tampoco es algo atípico según criterios naturales.
La necesaria distinción entre actos perversos y estructura perversa implica que hay ciertos actos sexuales asociados con estructuras perversas, pero es también posible que esos actos sean realizados por sujetos no perversos; o, a la inversa, que un sujeto perverso nunca realice tales actos en la realidad.
También hay aquí una toma de posición universalista: una estructura perversa lo sigue siendo aunque los actos asociados con ella sean aprobados socialmente. Esto llevó a Lacan a considerar que la homosexualidad es una perversión (basándose en que infringe los requerimientos normativos del complejo de Edipo).
Por supuesto, la neutralidad del analista le impide tomar partido respecto de esas normas; antes que defenderlas o atacarlas, trata de exponer su incidencia en la historia del sujeto.
La perversión se distingue de otras estructuras clínicas por la renegación. El perverso reniega la castración; percibe que la madre carece de falo, pero se niega a aceptar la realidad de esa percepción traumática. Esto es más evidente en el fetichismo (para Lacan, la “perversión de las perversiones”), donde el fetiche es un sustituto simbólico del falo faltante en la madre.
La perversión es también un modo que tiene el sujeto de situarse en relación con la pulsión: como objeto de esta, como el medio para el goce del otro. Esto implicaría invertir la estructura del fantasma.
El perverso asume la posición del objeto-instrumento de una voluntad-de-goce que no es suya sino del gran Otro. Encuentra goce precisamente en esta instrumentación, en trabajar para el goce del Otro.
A la famosa observación de Freud de que “las neurosis son el negativo de las perversiones”, Lacan la reformula en cuanto la perversión está estructurada de un modo inverso al de la neurosis (pero también está estructurada).
Mientras que la neurosis se caracteriza por una pregunta, la característica de la perversión es la falta de pregunta; por eso es muy raro que un sujeto perverso pida ser analizado.
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