Jacques Lacan distingue tres tipos de “falta de objeto”: la privación, la frustración y la castración.
Cada uno de estos tipos está situado en un orden diferente, lo genera un distinto tipo de agente y supone una diferente clase de objeto.
Según estos parámetros, entonces, la privación puede definirse como la falta, en lo real, de un objeto simbólico (el falo); el agente generador de esta falta es el padre imaginario.
La privación representa un intento de teorizar más rigurosamente los conceptos freudianos de castración femenina y envidia del pene. Según Freud, cuando los niños comprueban que algunas personas (las mujeres) no tienen pene, se produce en ellos un momento traumático, que va a tener distintos efectos en el varón y la niña.
El niño desarrolla un miedo a que le corten el pene; la niña, por su parte, envidia al varón la posesión de ese pene, que ve como un órgano muy deseable. La niña culpa a la madre por haberla privado de él, y orienta su afecto hacia el padre, con la esperanza de que él le proporcione un niño, como sustituto simbólico de ese pene que le falta.
La privación, entonces, se refiere a la falta de pene en la mujer, que sería una falta en lo real. Pero, por definición, “lo real es pleno”, en lo real en sí nunca hay falta; por ende, la idea de privación implica la “simbolización del objeto en lo real”.
Lo que falta no es el órgano real (biológicamente, la vagina no está “incompleta”), sino un objeto simbólico, el falo. Esta naturaleza puede confirmarse por el hecho de que sea reemplazado, en el inconsciente de la niña, por un niño (Freud había dicho que la niña se desliza simbólicamente desde el pene hasta un bebé).
Según Freud, la envidia del pene persiste en la vida adulta y se manifiesta en el deseo de gozar del pene (en la cópula), así como en el deseo de tener un hijo (dado que su propio padre no se lo ha dado, la mujer se dirige hacia otro hombre). Lacan, en cambio, sostiene que, aunque la mujer tenga un hijo, no podría finalizar con su sensación de privación: el deseo del falo sigue insatisfecho.
Esta insatisfacción básica de la madre, percibida por el niño, lo lleva a identificarse con el falo imaginario, accediendo por primera vez a la dialéctica del deseo.
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